Cuando finalmente uno se encuentra entre las palabras paradigma, gerente, liderazgo, cambio, poder y autoridad; lo que surge en frente es una verdadera paradoja. El darse cuenta de la relación entre estas palabras pero con los límites definidos entre cada una de ellas, requiere del darse el permiso de crecer personal y profesionalmente.
Pareciera que unas están tan íntimamente relacionadas que son casi semejantes, pero en realidad una no conlleva a la otra, ni tampoco una implica a la otra; más si son necesarias entre sí: resulta realmente paradójico.
Queda más que claro que no todo gerente es un buen líder frente a su empresa, pero necesariamente para ser un buen gerente que lleve a la empresa que dirige a unos niveles de producción óptimos, es necesario que sea un buen líder; donde los demás lo sigan porque se destaca y porque sus acciones y sus palabras son motivadores y enriquecedoras para los demás, para todos.
Pero eso requiere que dicho gerente este abierto al cambio en todo momento, y eso no es más, que ser capaz de brincar de un paradigma al otro, ser capaz de salir de su área de comodidad favoreciendo a todo el grupo que dirige. Y como hemos estudiado en esta unidad, es uno de las primeras aseveraciones que realiza Barker: “los gerentes deben demostrar flexibilidad paradigmática si esperan que otros la practiquen”, sólo siendo abierto al cambio un buen gerente y buen líder, capaz de ver el futuro de su empresa y de su grupo, puede lograr que todos en la pirámide organizacional estén de igual manera abiertas a los cambios y a la búsqueda del bien común, del éxito.
Y toda esta gerencia, por demás óptima, debe ser asumida no con poder, sino con autoridad, aunque la línea es muy débil; un gerente ha de conseguir ser un líder que no abusa de su poder, sino que ejerce la autoridad, con una corresponsabilidad sobre la empresa, donde todos se sienten arte y parte, horizontalidad que permita que tarde o temprano todos los miembros quieran aportar algo para el mejoramiento del grupo, eso no es más que identidad y pertenencia. Más el gerente, debe hacer eso por convicción propia y no como una idea forzada en busca de alcanzar unas metas meramente económicas. Es por ello que el cambio paradigmático debe estar “metida entre las venas” de aquel que dirige al grupo, logrando que todos a la larga asuman ese nuevo paradigma. El de la Pirámide invertida, donde la base es lo más importante.
De manera personal, descubrí cuáles eran muchos de los paradigmas en los que me encuentro y como afectan positiva y no tan positivamente mi gerencia y liderazgo como educadora. Y ahora, teniendo en movimiento mi área de comodidad, me doy cuenta que soy capaz de ser mejor persona y mejor profesional, abriéndome a los cambios y permitiendo la asunción de nuevos paradigmas que afronten la realidad educativa del siglo XXI. Es mi reto.